jueves, 3 de noviembre de 2016

Bienvenidos al infierno

Llevamos unos días recibiendo machaconamente a todas horas dos noticias de primera categoría: el piso que compró y vendió un muchacho de veintitantos y la cobra de Bisbal a Chenoa. La segunda ha llegado a abrir informativos en La 1, la de todos, en el sumario.

Todo esto ha permitido que pase por alto en la información general (se la escuché ayer a Francino, a última hora, y nunca más) que el juez Pedraz ha admitido a trámite una denuncia contra el embajador español en Kabul por dos homicidios por imprudencia y siete en grado de tentativa. Se trata de los dos policías muertos en el atentado de diciembre del año pasado, y los otros siete que estaban allí.

Resulta que el embajador vivía a cuerpo de rey en la “zona verde”, la zona segura de una de las ciudades más peligrosas del mundo, mientras que la embajada está en zona no segura. Las garitas son de caña, y las puertas de madera. Bueno, no todas, porque el año pasado se gastaron 5000 euros en comprar unas de chapa.

El presidente del gobierno dijo aquel día que no era un atentado contra la embajada, sino contra una casa vecina. Lo cierto es que nadie hizo caso de las alertas que informaban de atentado inminente. Es más, se habló de un bunker, que ha resultado ser un sótano con una puerta atrancada con un madero.
Pero esto que pude escuchar al abogado que ha presentado la querella no es noticia, señoras y señores. La noticia es que un chico compró y vendió una casa y que otro no quiere besar a su ex en un escenario.

A todas estas, Rajoy acaba de presentar a su nuevo gabinete con un comunicado de prensa. No merecemos tampoco aquí atención directa. Sólo haré un comentario para quien no lo sepa ya: Cospedal, ministra de Defensa. Ahí lo dejo.

Voy a hacer mía la frase de los policías brasileños, en sus protestas antes de los juegos de Río: “Bienvenidos al infierno”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario