domingo, 19 de junio de 2016

26 segundos

Da lo mismo que las listas sean paritarias, que hablen en femenino cuando se refieren a un colectivo mixto, escriban arrobas o “x”. En la política, las mujeres no tenemos cabida.

Estuvimos esperando el famoso “debate a cuatro” como si fuera la panacea, como si fuéramos a descubrir El Dorado escuchando a los cuatro señores que pretenden dirigir nuestras vidas, es decir, nuestro futuro, los próximos cuatro años. Y se limitaron a exponer sus deseos, expectativas, reproches contra los otros o melosos acercamientos. Pero nosotras (nosotras, las de verdad, las mujeres, no hablo en ese genérico femenino tan en boga) nos quedamos esperando como personajes de En attendant Godot.

En España matan a unas 60 mujeres de media al año. En la última legislatura, pues, Rajoy tuvo que escuchar los nombres de aproximadamente 240 mujeres asesinadas, que de haber sido señores militares, políticos, jueces, profesores universitarios, y sus ejecutores hubiesen sido señores con pasamontañas, serpiente y hacha, y pistola o detonador, los habría acompañado cariacontecido, en el último homenaje, con todos los honores posibles. Pero ni él, ni la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, ni su ministro de Justicia, Catalá, ni su ministro de interior, Fernández Díaz, ni su ministro de Servicios Sociales e Igualdad, Alonso (ni sus antecesores en esta misma legislatura) acudieron a ningún acto, a ningún homenaje, ni tuvieron una palabra.

Importamos tan poco, que en el debate a cuatro, esa panacea, ese El Dorado que no fue, dos de ellos dedicaron 26 segundos entre los dos a la violencia de género.

Si 300 mujeres denuncian violencia de género cada día, durante el debate lo harían 19. O tal vez aguantaron los golpes mirando la tele y esperando esas soluciones que nunca se mencionaron.


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